martes, 29 de julio de 2025

ANTIBIÓTICOS Y CONSERVACIÓN, UNA CRISIS SILENCIOSA

A principios del siglo XXI, nuestra comprensión sobre la degradación ambiental estaba condicionada, esencialmente, por la deforestación, el aumento del dióxido de carbono y los residuos plásticos, estas eran las principales cicatrices visibles y cuantificables de la modernidad y el progreso.

Pero dos nuevos estudios científicos revelan una crisis diferente y más silenciosa, una que se despliega no en el cielo ni en la copa de los árboles de las selvas tropicales, sino en el agua bajo nuestros puentes y en los ríos que antaño formaron las arterias de las civilizaciones.

La crisis no proviene de derrames de petróleo ni de tintes industriales, sino de algo mucho más íntimo: las pastillas y otros medicamentos que tragamos.

Uno de los estudios es el resultado del trabajo de tres investigadores de la Universidad McGill de Montreal. La investigación traza una realidad alarmante, más de 8.500 toneladas de antibióticos, todos consumidos por los seres humanos, se vierten en los ríos del mundo cada año. Incluso después de contabilizar el tratamiento y la descomposición de los residuos, más de 3.000 toneladas siguen llegando a los océanos o se hunden en las cuencas fluviales continentales. Esta cifra excluye las fuentes de origen veterinario e industrial, lo que significa que el total real es significativamente mucho mayor.


Estos antibióticos no desaparecen sin más. Persisten, transformando la vida microbiana de las aguas, promoviendo la resistencia y ejerciendo presión toxicológica sobre todos los organismos acuáticos. La cifra de 6 millones de kilómetros de ríos en todo el mundo que superan actualmente los umbrales de seguridad por sus altas concentraciones de antibióticos, es asombrosa y provoca a la vez sorpresa y temor.


Casi un tercio de los antibióticos consumidos terminan en los ríos


Además, el problema no se limita a las zonas industriales de centro Europa o América del Norte, como pudiéramos imaginar, no, el problema es global, con un riesgo especialmente grave en el Sudeste Asiático, el África subsahariana y amplias zonas de América del Sur.

Por tanto, las implicaciones son multidimensionales. La toxicidad ecológica es solo el comienzo de una serie de problemas. Quizás el más alarmante sea la perspectiva de la resistencia a los antimicrobianos (RAM), un término que debería resonar en nuestros oídos con la misma alarma que la "crisis climática", si las tendencias actuales continúan, las infecciones bacterianas resistentes podrían convertirse en la principal causa de muerte a nivel mundial para 2050.

Pero esta historia no se limita únicamente a las estadísticas de mortalidad en un próximo futuro. También trata sobre cómo la alteración de la química del agua transforma el comportamiento y la biología de los seres vivos.

Aquí es donde el segundo estudio ofrece un complemento extraordinario. Un equipo de investigadores de todo el mundo, se propuso analizar los efectos de los residuos farmacéuticos psicoactivos en la migración fluvial-marítima del salmón del Atlántico en el río Dal, en Suecia. 

Su método fue muy riguroso, implantaron durante la fase migratoria inicial de los salmones jóvenes, dosis bajas de clobazam, una benzodiazepina comúnmente recetada para los trastornos de ansiedad. Luego siguieron su migración a través de presas y embalses hasta el mar Báltico.

Los resultados son fascinantes e inquietantes a la vez. Los peces expuestos al clobazam atravesaron las presas hidroeléctricas con mayor rapidez y tuvieron mayor probabilidad de completar su migración. En términos ecológicos, el fármaco los hizo más audaces, más rápidos y, posiblemente, a corto plazo, más exitosos. En términos humanos, podríamos decir que los peces estaban "menos ansiosos".

Pero esta no es una simple historia de bienestar producido por la mejora farmacológica. El clobazam también alteró el comportamiento de los bancos de peces, las formaciones grupales compactas que brindan seguridad frente a los depredadores. Ante una amenaza, los salmones expuestos a este fármaco se mostraron menos cohesionados, más erráticos y vulnerables. En un laboratorio, este hecho es una curiosidad conductual. En la naturaleza, puede ser la diferencia entre la vida o la muerte.


Estos resultados plantean preguntas inquietantes. Desconocemos qué sucede en el comportamiento de los salmones que llegan al mar con clobazam, ni cómo su neuroquímica alterada puede afectar a su navegación, reproducción o supervivencia. Tampoco sabemos qué efectos produce la exposición prolongada a antidepresivos, opioides o residuos de antibióticos en la base de la cadena alimentaria, en organismos como las algas, el plancton y las bacterias. 

Lo que sí sabemos es que estas sustancias químicas están presentes a nivel global, son persistentes y, a menudo, están diseñadas para actuar en concentraciones mínimas sobre las vías neurobiológicas.

Existe una triste ironía en todo esto. Los productos farmacéuticos se encuentran entre los productos más regulados por diferentes instituciones de la sociedad humana. Se prueban, se ensayan, se examinan y se controlan estrictamente y durante años antes de entrar en nuestros cuerpos. Sin embargo, una vez que salen sin metabolizar, vertidos en las alcantarillas o en los lixiviados de los vertederos, se vuelven prácticamente invisibles y sin supervisión. Pasan silenciosamente al medio ambiente, donde comienzan a modelar un mundo a su imagen, a su nueva imagen, un mundo nuevo.

Las cifras y las consecuencias son alarmantes. Más de 750 millones de personas viven actualmente a menos de 10 kilómetros de ríos donde las concentraciones de antibióticos superan los umbrales de seguridad. Muchas de ellas se encuentran en regiones donde las infraestructuras de tratamiento de aguas son deficientes o inexistentes.

Esto no es solo un problema ecológico, sino también de justicia ambiental. La prescripción excesiva de antibióticos en los países más ricos, el creciente consumo de antibióticos en el sur global y la falta de inversión en plantas de tratamiento de aguas residuales convergen para crear un círculo vicioso de contaminación a nivel planetario.

¿Qué significa vivir en un mundo donde los ríos contienen ahora rastros de todas nuestras enfermedades: antibióticos, antidepresivos, antipsicóticos, ansiolíticos? En las sociedades antiguas, los ríos eran sagrados. Eran la morada de los dioses, las fuentes de la fertilidad, los depósitos de la memoria y la sabiduría. Hoy, son algo completamente distinto, archivos de la patología humana, espejos de nuestra química interna.

Y, sin embargo, estas revelaciones exigen algo más que asombro o desesperación. Exigen un replanteamiento de la infraestructuras, de las políticas y la moral. Existen soluciones tecnológicas. Los tratamientos avanzados de aguas residuales pueden eliminar la mayoría de los productos farmacéuticos. Una mejor regulación puede controlar su uso excesivo. Pero todo esto requerirá inversión, voluntad política y, sobre todo, un cambio en nuestra forma de pensar sobre los límites entre nosotros y el medio ambiente que nos rodea. La separación entre ambos es ilusoria.


Lo que desechamos no desaparece. Regresa, alterado, más potente y, a menudo, con consecuencias desconocidas


La degradación ambiental y la historia de la humanidad son inseparables. Pero estos nuevos estudios lo que hacen es confirmar esta tesis pero a un detalle molecular. Los límites entre nuestros cuerpos y la biosfera son más porosos de lo que imaginábamos. Nuestros sistemas médicos, nuestros hábitos de consumo y nuestra fe ciega en la química moderna ya no son asuntos privados, son universales, se extienden a los ríos, a los cerebros de los peces, a otros seres vivos y a los genomas microbianos.

Nos guste o no, estamos escribiendo un nuevo capítulo en la historia del planeta, uno en el que las aguas que una vez sustentaron la vida, la civilización y la cultura, ahora arrastran los residuos de su dañina degradación.

Los resultados de estos estudios no deben ser una llamada desesperada y sin solución. Son una llamada a reflexionar sobre las consecuencias sociales y ecológicas de nuestros comportamientos, de nuestra forma de interaccionar con la naturaleza. Ver con claridad es el primer paso para actuar con sabiduría. Los ríos y los mares hablan. La pregunta es si estamos dispuestos a escucharlos.


Más información:

Antibiotics in the global river system arising from human consumption


Pharmaceutical pollution influences river-to-sea migration in Atlantic salmon (Salmo salar)


César J. Pollo - 2025 © 

viernes, 25 de julio de 2025

CANÍCULA

Una palabra que siempre me ha gustado.

Canícula:

Del lat. canicŭla.

f. Período del año en que es más fuerte el calor. Suele computarse del 23 de julio al 2 de septiembre.

Sinónimos: verano, estío.

Antónimos: invierno.

f. Astron. Tiempo en que Sirio, la estrella más brillante de la constelación del Can Mayor "canícula", aparece junto con el Sol y que antiguamente coincidía con la época más calurosa del año en el hemisferio norte.

Por tanto, la expresión canícula derivada de canes (perros) y su alusión al fenómeno de calor abrasivo, tiene un fundamento astronómico.

f. C. Rica, Guat. y Nic. Período de sequía en la temporada lluviosa.

Sinónimos o afines de «canícula»: verano, estío.

Antónimos u opuestos de «canícula»: invierno.

La canícula comienza unas semanas después del solsticio de verano del hemisferio norte (que tiene lugar en torno al 21 de junio y que es la época en la que el sol del mediodía está a la máxima altura posible sobre el horizonte).

Los días más calurosos del hemisferio norte tienen lugar más de un mes después del 21 de junio y se les denomina caniculares.

Hace 5.300 años, el fenómeno de la canícula abrasadora aparecía hacia el 21 de junio (en el solsticio de verano boreal), en coincidencia con el evento estelar de la reaparición matutina, el orto helíaco de la estrella Sirio, La Abrasadora, de la constelación del Can Mayor (orto del astro que se produce casi una hora antes que la salida del sol). Sin embargo, actualmente, debido a la precesión del eje terrestre, Sirio reaparece en el cielo matutino a principios de septiembre, a la vez que el tiempo de más calor comienza antes: el solsticio de verano.

Mediante una sencilla regla de tres, si se sabe que hace miles de años el orto de la Canícula ocurría el 21 de junio y en la actualidad tal hecho astronómico sucede el 5 de septiembre, hay un desfase de 75 días. 

Conocido el período de la precesión de 25.770 años (las constelaciones se van corriendo con los años, y volverán a coincidir transcurridos 25.770 años, es decir tendrán un desfase de 365 días), para el desfase de 75 días, la cantidad de milenios pasados, en números redondos, es de 5.300 años (25.770 × 75 / 365 = 5.295).

Por lo cual, hace 5.300 años, al fenómeno de la canícula se le habría denominado así porque sólo entonces era cierto que la canícula, el tiempo de más calor era coincidente con el orto helíaco de la constelación Canícula (Can mayor), al que debe su nombre, y también con el orto de la estrella Sirio, La Abrasadora.

En plena canícula, nos preguntamos ¿Cuál es la razón por la que hace más calor por la tarde y no al mediodía cuando el sol se encuentra en pleno cénit?




Y la respuesta está en los balances de energía radiativa (que no radiactiva) o de radiación, la diferencia entre la radiación solar entrante y la radiación terrestre saliente.

El máximo de temperatura se alcanza justo cuando el suelo deja de ganar energía.

Por esta razón, también, las mínimas se alcanzan al amanecer cuando el suelo empieza a ganar energía y no a medianoche.

En las zonas de clima continental este efecto es menos acusado, y las temperaturas máximas suceden antes. De esta manera los océanos funcionan como amortiguadores de la temperatura global del planeta, y evitan cambios bruscos de temperatura entre una estación del año y la siguiente. Esto es posible gracias a que el calor específico del agua es muy grande. El calor específico de una sustancia indica cuánta energía calorífica se requiere por unidad de masa para que esa sustancia eleve su temperatura 1 kelvin (1 °C).




César J. Pollo - 2025 ©

viernes, 18 de julio de 2025

LAS MONEDAS DEL REINO DE LEÓN: HISTORIA, EMISIÓN Y SIMBOLISMO

La historia de la moneda en el Reino de León y particularmente la de su capital es una ventana privilegiada al poder, la ideología, la economía y el arte de uno de los reinos más influyentes de la Hispania medieval. A lo largo de los siglos XI al XIV, León no solo fue un centro emisor de numerario, sino un espacio simbólico de identidad política e imperial. La moneda, más allá de su función económica, fue instrumento de legitimación, propaganda, expresión cultural y disputa de soberanía.

Voy a abordar brevemente algunos aspectos de las emisiones monetarias leonesas, incluyendo aspectos históricos, simbólicos, técnicos, cronológicos y espaciales, desde los primeros experimentos en la época de Alfonso VI (1065-1072) hasta la consolidación bajo Alfonso VII (1126-1157), pasando por las complejas relaciones entre el poder regio y las instituciones eclesiásticas emisoras. También el simbolismo del león como icono, la evolución técnica de la acuñación, la organización de los monederos, la ubicación urbana de las cecas y la representación de las leyendas monetales.


El contexto del poder monetario en León

El “Ius Monetae”: titularidad y concesiones

El derecho a emitir moneda en la Edad Media, denominado ius monetae, fue un atributo esencial de la soberanía. En León, como en otras monarquías europeas, este derecho fue considerado privativo del rey, aunque en momentos específicos se concedieron facultades a iglesias o monasterios. Alfonso VI, por ejemplo, otorgó a Santiago de Compostela el privilegio de acuñar moneda, renovado por sus sucesores, aunque siempre con carácter condicionado y no perpetuo.

A lo largo de los siglos XII y XIII, aunque persistieron concesiones a entidades eclesiásticas (como el monasterio de Sahagún o el obispo de Palencia), se impuso progresivamente la centralización regia, culminando en 1202 con la venta general de la moneda por Alfonso IX. Desde entonces, la moneda fue un monopolio real efectivo.


Primeras emisiones del Reino de León (ss. XI-XII)

Alfonso VI y la moneda cristiana medieval

La conquista de Toledo en 1085 por Alfonso VI supuso el acceso a una infraestructura monetaria heredada de la taifa y del antiguo sistema visigótico. Desde ese momento, el rey leonés impulsa la primera moneda hispanocristiana medieval, acuñada en Toledo, León y Santiago.

Estas primeras emisiones incluyen símbolos cristianos como la cruz latina, alfa y omega, junto a leyendas como ANFVS REX y TOLETVA, reafirmando la nueva autoridad y la continuidad con la tradición visigoda. Aunque no figura el título de imperator en las monedas, el monarca sí lo usó profusamente en su actividad diplomática como “Imperator Totius Hispaniae”.


Dirham acuñado en Toledo, tras la conquista de Alfonso VI de León y Castilla.

Anverso: En árabe: No Dios / sino Dios, / sólo Él; en la orla: En el nombre de Dios, el Clemente, fue acuñado este dirham en la ciudad de Toledo.

Reverso [en árabe]: Fue acuñado este / dirham en la ciudad / de Toledo; en la orla: En el mes de Safar, año nueve y setenta y cuatrocientos.

Datación: 5/1086-6/1086 (Mes Safar de 479 H.)


Urraca I, la primera “Imperatrix”

Urraca I, hija de Alfonso VI, fue la primera mujer en Europa Occidental que reinó con poder pleno. Su figura, cargada de controversia y autoridad, aparece por primera vez en monedas con efigie real femenina. Emitió monedas con su retrato frontal coronado y leyendas como VRACA IMPATRIX o V. IMP-ERATRIX, así como referencias a LEO CIVITAS, en clara vinculación con la ciudad de León como capital y símbolo.



Dinero de vellón, emitido por Doña Urraca, reina de León y de Castilla.

Anverso: +VRACA RE, entre gráfilas de puntos. Busto de frente con diadema.

Reverso: +TOLETVO, entre gráfilas de puntos. Cruz patada equilateral.

Huellas de la cruz patada del tipo del reverso en el anverso.

Datación: 1109-1112


Alfonso VII (1126-1157), el esplendor imperial en la moneda

Coronado emperador en León en 1135, Alfonso VII trasladó de forma sistemática el título imperial a la moneda. Fue el primer monarca en incorporar el símbolo del león rampante como representación del Reino y de la ciudad. Las monedas incluyen leyendas como LEONIS CIVITAS, IMPERATOR, y representaciones gráficas del león como icono. 

Hasta ese momento, el signo utilizado por los monarcas era la cruz. Al final de su reinado también aparecerá en documentos regios, y su uso se generalizará bajo Fernando II (1157-1188) y Alfonso IX (1188-1230). La primera referencia escrita del león como símbolo del rey se encuentra en la Chronica Adefonsi imperatoris, al describir los ejércitos que participan en la toma de Almería

Su numismática tuvo una función propagandística clara, reforzar la unidad imperial sobre los demás reinos cristianos y musulmanes peninsulares, y vincular la ciudad de León a su persona.

Dinero de vellón (plata y cobre), emitido por Fernando VII de León y Castilla.

Anverso: León rampante a derecha.

Reverso: IMPERATO. Cruz equilateral.

Datación: 1126-1157


El león como símbolo, origen, evolución e identidad

Aunque el nombre de León proviene del latín Legio, por la Legio VII Gemina, creada por el emperador Galba en Clunia (Burgos) cuando fue proclamado emperador por sus tropas en contra de Nerón en el año 68. Esta legión, nacida como Legio VII Galbiana, le sirvió para completar los efectivos de la Legio VI Victrix y obtener así un ejército que le permitiera convertirse en emperador.

La ciudad de León creció alrededor del lugar donde estaba asentada la Legión VI Victrix hasta 69, sustituida por la Legión VII Gémina en 74 procedente de Pannonia, siendo el nombre de León una evolución del término Legio, que acabó dando lugar en romance a León.

Desde la Edad Media se reinterpreta como leo (león), favoreciendo una asociación visual y política. El león aparece desde entonces en monedas, sellos, miniaturas y escultura como símbolo de la realeza, la ciudad y el imperium.

El león era un emblema parlante, pues hacía referencia al nombre del reino.

La figura de ese primer león no se ajustaba a las posteriores normas heráldicas y varió en cuanto a su forma y postura;​ casi todos los leones que aparecen en monedas, signos rodados y sellos de los reyes son pasantes, unas veces orientados hacia la derecha y otras hacia la izquierda, acompañada de la leyenda con el nombre de la ciudad.

Frente a esto hay dos excepciones, las figuras de los escudos de Fernando II y Alfonso IX en la catedral de Santiago de Compostela, que se representan como leones rampantes, en vertical, a lo largo del soporte.

El león sería el símbolo más antiguo de Europa Occidental, siendo anterior, por ejemplo, a los tres leones ingleses (1189-1199, con Ricardo Corazón de León, aunque su hermano ya utilizó dos leones en un sello en 1177) y a las flores de lis francesas (1180-1223, durante el reinado de Felipe Augusto).

La elección del león como emblema remite a su papel en la iconografía bíblica (la Biblia dice que Cristo es "el león de Judá") y grecorromana como figura de fuerza, justicia, vigilancia y majestad.


Las Casas de Moneda en el Reino de León

Antes de 1263, los talleres de moneda eran itinerantes o temporales, vinculados a concesiones concretas. La ciudad de León contó con casa de moneda desde al menos 1087 hasta 1391. Otras ciudades leonesas con actividad monetaria fueron Santiago, Sahagún, Zamora, Lugo, Salamanca, Astorga, Oviedo y Ciudad Rodrigo.

En León, se ha documentado toponimia como Calle de la Moneda, y según la urbanística medieval, la ceca solía ubicarse en calles estrechas, próximas al centro urbano, a fuentes de agua y al poder eclesiástico o político.

En el siglo XII, el geógrafo y viajero árabe Edrisi escribió lo siguiente sobre León: "Allí se practica un comercio muy provechoso. Sus habitantes son ahorradores y prudentes". Tenemos también noticia de León a través de diversos códices, entre ellos el Codex Calixtinus, manuscrito que, entre otras cosas, contiene información sobre la ruta que los peregrinos seguían hacia Santiago de Compostela. Con el tiempo, la ciudad conoció el desarrollo de nuevos barrios, en ocasiones extramuros de una ciudad que ya se quedaba pequeña, y casi siempre a la vera del camino de los peregrinos, que accedían a la ciudad por la llamada Puerta Moneda.


Técnicas de acuñación y organización productiva

Preparación técnica

La acuñación incluía la preparación de cuños, la fundición de cospeles y el uso de martillos y yunques. El proceso era controlado por oficiales regios o monederos especializados, que respondían ante la Corona. La ciudad de León fue también sede de tratados técnicos de ensayo monetario en 1393, lo que muestra un alto grado de desarrollo.

El rol de los monederos

Los monederos eran artesanos privilegiados, con estatus jurídico especial otorgado por el Rey. León y otras ciudades contaban con gremios o corporaciones de monederos, encargados de la producción, ensayo, marca y autenticación de la moneda, así como de la responsabilidad de controlar la regularidad de las emisiones monetarias, en cuanto a forma, peso y aleación.


Sistemas monetarios, trimetalismo y bimetalismo

En los siglos XII y XIII, coexistían monedas de oro, los maravedís o morabetinos (de origen almorávide, utilizado por los reinos hispánicos durante la Edad Media en transacciones de relevancia), de plata y de vellón (aleación de un metal noble, generalmente plata, más raramente oro, con otro metal no precioso generalmente cobre o zinc). Los maravedís estaban emparentados directamente con el dinar de oro de Al-Ándalus, derivando su nombre del término por el que se conocía en Europa al grupo bereber de los Almorávides (en árabe: al-Murābiṭūn).

El sistema trimetálico provocaba problemas de equivalencias, falsificaciones y devaluaciones. El oro fue importante en León por el comercio atlántico y por las parias de taifas (impuesto que pagaban los reyes de taifas a los reyes cristianos, principalmente al Reino de León, para que no les atacaran y para ser protegidos de enfrentamientos entre las propias taifas o de los ataques de otros reinos cristianos), mientras que la plata dominaba en las emisiones cotidianas.

El pago de las parias efectuado por los musulmanes peninsulares al reino de León favorece la presencia de gran cantidad de oro en esta ciudad desde mediados del siglo XII.​ Será entonces cuando el sueldo leonés, hasta entonces, junto a la libra, moneda principal de cuenta, adopte un valor más secundario incluso como divisor del morabetino que va desplazando a la libra en su papel principal. El morabetino viene a valer del orden de 8 sueldos en enero de 1205​ pagándose, a su vez, 16 dineros por sueldo en enero de 1214.

Con el tiempo se desarrolló una política de estabilización monetaria con ordenanzas concretas y marcas de taller, impulsando una cierta uniformidad en la moneda leonesa y castellana.


Representación de las leyendas monetales

Las monedas leonesas emplearon leyendas en latín, que incluían nombres de monarcas, títulos (REX, IMPERATOR), topónimos (LEO, TOLETVN, SANTIAGO), y fórmulas cristianas (DEI GRATIA). Estas leyendas eran parte de la comunicación simbólica del poder y su estudio epigráfico revela variantes gráficas significativas.

La cruz patada, un león o el busto esquematizado del rey o la reina con el cabello suelto y una diadema, junto a leyendas como ANFVS. REX, VRACA RE, LEONIS, DEI GRATIA REX alrededor de la moneda en el anverso; mientras que aparece la cruz patada, el crismón, estrellas y roeles y leyendas como TOLETVN, IMPERATOR, INNE PATRIS T FLI T SPS SCI, en el reverso. Incluso monedas con leyendas en latín y en árabe en la misma pieza.


Maravedí en oro, emitido por Alfonso IX de León y Castilla.

Anverso: Busto coronado del rey. ALFONSVS:DEI:GRATIA:REX.

Reverso: León rampante a la derecha. INNE PATRIS T FLI T SPS SCI.

Datación: 1190-1200


Maravedís en oro, dirhams, doblas, meajas, óbolos y dineros de vellón.

Las leyendas fueron herramientas de propaganda y de diferenciación regional, incorporando símbolos visuales que eran fácilmente identificables por los usuarios analfabetos, que era la mayoría de la población.


Transiciones y Reformas (ss. XIII-XIV)

Con posterioridad Alfonso IX (1188-1230) centralizó el poder de emisión de moneda y a partir de Alfonso X (1252-1284) se unifican los tipos monetarios en todo el reino, con una política centralizada que elimina la dispersión de cecas. A pesar de ello, la ciudad de León conserva su importancia hasta el siglo XIV. Alfonso XI y Pedro I introducen reformas monetarias en las que se consolidan los dineros de vellón y se reducen las emisiones locales.

Durante las guerras civiles y las luchas internas, algunos aspirantes al trono, como Sancho IV (1284-1295), llegan a emitir monedas propias en León, lo que muestra la importancia política de controlar la ceca leonesa para asentar sus aspiraciones al trono.


Como conclusión se puede decir que la moneda en el Reino de León y su capital fue mucho más que un medio de cambio, fue un símbolo imperial, un instrumento de propaganda, una herramienta jurídica y una manifestación del poder real. Desde las primeras emisiones cristianas de Alfonso VI hasta las reformas centralizadoras de Alfonso X, la ceca de León reflejó la evolución de este Estado medieval hispano y su peculiar identidad.

El uso del león como icono, la presencia de leyendas con títulos imperiales, la ubicación urbana de las casas de moneda y las innovaciones técnicas y jurídicas evidencian un sistema numismático sofisticado y profundamente imbricado en la historia política de la Península Ibérica.



Para profundizar un poco más:

AA.VV. Reino de León. 910-1230. Hombres, Mujeres, Poderes e Ideas. Ed. Edilesa.

García García, F. (2009). León, Base de datos digital de iconografía medieval. Universidad Complutense de Madrid. En línea: 

https://www.ucm.es/bdiconografiamedieval/el-leon

Hernández-Canut, L. (2003). La divisa del Emperador, Crónica Numismática, 154, pp. 38-42.

Mínguez Martínez, Julio (2011). «Moneda medieval en el Reino de León. Análisis de términos monetarios en la documentación del archivo de la catedral de León (711 - 1252)». Ab Initio: Revista digital para estudiantes de Historia 2 (Extra 1): 11-67. ISSN 2172-671X.

Mozo Monroy, M. (2017). Enciclopedia de la moneda medieval románica en los reinos de León y Castilla. Siglos VIII-XIV. Vol I.

Roma Valdés, A. (2010). Emisiones monetarias leonesas y castellanas de la Edad Media organización, economía, tipos y fuentes. A. Roma. ISBN 978-84-614-1268-6. OCLC 733586201

Roma Valdés, A. (2019). Las monedas leonesas y castellanas del siglo XII. (Colaboradores; Castro Alfonso, E., Rueda Rodríguez-Vila, P. y Sánchez Rincón, R.)

Serrano, A. (2023). León: ciudad y símbolo en la moneda. We are numismatics.



César J. Pollo - 2025 ©

sábado, 12 de julio de 2025

PRIONES, LOS ZOMBIS MOLECULARES (1982 – 1997)

En 1982, el neurólogo Stanley Prusiner sugirió que ciertas enfermedades neurodegenerativas misteriosas y fatales (como la enfermedad de Creutzfeldt-Jakob, y más tarde la enfermedad de las vacas locas) no eran causadas por bacterias, virus u hongos, sino por una proteína autorreplicante, algo completamente inaudito

Lo llamó prión (de partícula infecciosa proteica).

La reacción del mundo médico fue unánimemente negativa. “Fui verdaderamente herético”, escribió Prusiner más tarde. Después de todo, ¿cómo podría replicarse algo sin ADN o ARN? Las propuestas de Prusiner fueron desestimadas como pseudociencia, y su trabajo fue ridiculizado como especulativo e incomprobable.

Y, sin embargo, los priones son muy reales, como mostraron las enormes pilas de vacas sacrificadas durante la crisis de las vacas locas de los años 90. 

Un prión es una proteína mal plegada, que, incapaz de cumplir su función, simplemente se amontona y causa todo tipo de estragos. Y, sobre todo, se replica, cuando un prión mal plegado toca una versión “sana” de la misma proteína, le contagia su plegamiento, convirtiéndola de facto en un nuevo prión. Sí, los priones funcionan exactamente como los zombis de las películas.





Los priones producen las encefalopatías espongiformes transmisibles, que son un grupo de enfermedades neurológicas degenerativas tales como la tembladera, la enfermedad de Creutzfeldt-Jakob, el insomnio familiar fatal y la encefalopatía espongiforme bovina.​ Los priones son considerados agentes infecciosos​ y su forma intracelular no contiene ácido nucleico.

Poco a poco, Prusiner (y otros) demostraron que los priones podían transmitir enfermedades entre animales y, más tarde, entre humanos, incluso en ausencia total de ADN.

En 1997, Prusiner recibió el Premio Nobel de Medicina, reivindicando una teoría que, no hacía mucho, se consideraba absurda; tal vez si se hubiera adoptado antes podría haber evitado la muerte de unas 200 personas y más de 4 millones de vacas británicas, aproximadamente el 40% de la población bovina total del Reino Unido.

Este caso (¡y muchos más!) ponen de relieve una paradoja central en el progreso de la medicina y de la ciencia en general: las ideas transformadoras a menudo emergen desde el rechazo. La resistencia no solo es inevitable, sino que puede ser una señal de que un descubrimiento es fundamentalmente disruptivo.

Para científicos y responsables políticos por igual, estas historias también ofrecen una lección menos divertida: el escepticismo es razonable, pero la estupidez y la parálisis intelectual no lo son. Y, sin embargo, siempre han estado ahí, acechando en las sombras, dominando las reuniones de juntas directivas y de subcomités institucionales. Y allí se quedarán para siempre, sobre todo si la gente buena no hace nada para detener a los idiotas egoístas y miopes.

Y, por desgracia, hay mucha gente así en los círculos del poder – sobre todo últimamente. ¿Te has fijado?

César J. Pollo - 2025 ©


sábado, 5 de julio de 2025

EL ZORRO COMO VECTOR LIMITADOR DE LA ENFERMEDAD DE LYME


UN ENFOQUE ECOLÓGICO PARA EL CONTROL DE UNA ZOONOSIS


La enfermedad de Lyme, causada por la bacteria Borrelia burgdorferi y transmitida principalmente por garrapatas del género Ixodes, es una de las zoonosis más prevalentes en el hemisferio norte. Su incidencia ha aumentado en regiones como Europa, América del Norte y partes de Asia, debido a factores como el cambio climático, la urbanización y el aumento de actividades al aire libre.

En este contexto, el zorro rojo (Vulpes vulpes) emerge como un actor ecológico clave en la limitación de esta enfermedad, al actuar como un depredador natural de los roedores que sirven como reservorios primarios de la bacteria.

Intentare explicar el papel del zorro en el control de la enfermedad de Lyme, analizando las evidencias científicas recientes y abordando las implicaciones de su conservación en la salud pública.


La enfermedad de Lyme: Epidemiología y transmisión

La enfermedad de Lyme es una infección bacteriana multisistémica que afecta a la piel, las articulaciones, el sistema nervioso y, en casos graves, el corazón. Se transmite principalmente por la picadura de garrapatas del género Ixodes, como Ixodes scapularis en América del Norte y Ixodes ricinus en Europa.

Los roedores, especialmente el ratón de patas blancas (Peromyscus leucopus) en América del Norte, son los principales reservorios de Borrelia burgdorferi, ya que las garrapatas adquieren la bacteria al alimentarse de estos animales durante su fase larvaria o ninfal. La enfermedad presenta síntomas como el eritema migratorio, fiebre, fatiga y, en etapas tardías, complicaciones neurológicas y articulares. En España, la incidencia ha aumentado, especialmente en las regiones del norte, debido al mayor contacto humano con los hábitats de las garrapatas.

A nivel global, se estima que en Estados Unidos se reportan entre 240.000 y 440.000 casos anuales, mientras que en Europa la prevalencia también es significativa, especialmente en áreas boscosas y rurales, el número de casos notificados en Europa aumenta desde principios de la década de 1990, haciéndolo también su distribución geográfica. Los hospedadores de las garrapatas (los roedores) están expandiendo su rango a altitudes y latitudes cada vez más altas, lo que sugiere que la enfermedad de Lyme seguirá siendo un importante problema de salud en las próximas décadas.

Algunos autores han estimado la incidencia de la enfermedad en 56,31 casos por 100.000 habitantes en Europa occidental.

Factores como el aumento de las temperaturas, que favorece la expansión de las poblaciones de garrapatas, y el incremento de las actividades recreativas al aire libre, han acrecentado el riesgo de infección.


El papel ecológico del zorro rojo como depredador

El zorro rojo (Vulpes vulpes) es un carnívoro oportunista cuya dieta incluye en gran medida pequeños roedores, como ratones y conejos, que constituyen más del 75% de su alimentación en muchas regiones. Estos roedores son los principales huéspedes de las garrapatas en sus primeras etapas de vida, lo que los convierte en vectores clave en la transmisión de Borrelia burgdorferi.

Estas bacterias se encuentran de forma natural en pequeños roedores, las garrapatas pican a estos pequeños mamíferos para realizar la primera muda de su ciclo vital, picando para la segunda o la tercera a un mamífero de mayor tamaño, como por ejemplo el ser humano o los grandes ungulados (ciervos, gamos o corzos). Los zorros suelen depredar sobre los pequeños mamíferos.

Al reducir las poblaciones de roedores, los zorros disminuyen indirectamente la densidad de garrapatas infectivas en un ecosistema, actuando como un "vector limitador" de la enfermedad de Lyme.

En Europa podemos encontrar densidades de población de zorro que oscilan entre 0.08 zorros/Km² en los lugares con menos densidad, a los 3-4 zorros Km² en lugares con abundancia de recursos naturales. En zonas urbanas la densidad se puede disparar hasta los 30 zorros/Km².

En el valle del Ebro en Aragón se han estimado densidades entre 0,8 zorros/km2 en zonas de secano y 2,5 zorros/km² en las zonas de regadío. En la Reserva de Doñana se estimaron densidades de 1,4-1,7 zorros/km². En la Serra da Malcata (Portugal), la abundancia de zorros varía entre 0,74 y 0,91 zorros/km². En la sierra de Baza la abundancia de zorros jóvenes fue 0,9 individuos/km² y la de adultos de 1,6 individuos/km²



Investigaciones recientes sobre el impacto del zorro

Investigaciones recientes han profundizado en la relación entre los depredadores y la enfermedad de Lyme. Un estudio publicado en 2019 en los Países Bajos, mostró que los ecosistemas con poblaciones estables y mayor presencia de depredadores como el zorro rojo, presentan tasas más bajas de infección por Borrelia burgdorferi en comparación con áreas donde estos depredadores son escasos o han sido eliminados debido a la caza.

En concreto y de forma sorprendente, encontraron que las poblaciones de pequeños mamíferos se mantenían estables, pero que la cantidad de garrapatas que tenían sobre sus cuerpos era mucho menor si existía una óptima densidad de depredadores en el ecosistema, y viceversa. También disminuía el porcentaje de garrapatas infectivas en el medio, es decir, con la bacteria causante de la enfermedad de Lyme.

La dinámica trófica consistente en la reducción y control de las poblaciones de roedores reservorios, mediante la interrupción del ciclo enzoótico de la bacteria, limita la probabilidad de que las garrapatas infectadas lleguen a humanos o animales domésticos. Este rol ecológico es particularmente relevante en áreas donde la biodiversidad está más intacta, ya que la presencia de los depredadores naturales contribuye a mantener las poblaciones de roedores en equilibrio.

Este hallazgo sugiere que la conservación de depredadores como el zorro podría ser una estrategia efectiva para mitigar el riesgo de enfermedades zoonóticas.

En Norteamérica, estudios similares han explorado el papel de depredadores en el control de roedores reservorios. Por ejemplo, un trabajo publicado en Frontiers in Public Health (2014) destaca que la biodiversidad, incluyendo la presencia de depredadores como zorros, coyotes y aves rapaces, puede reducir la prevalencia de la enfermedad de Lyme al disminuir la densidad de huéspedes competentes para la bacteria. Sin embargo, estos estudios también señalan que la fragmentación del hábitat y la caza de depredadores pueden incrementar las poblaciones de roedores, exacerbando el riesgo de transmisión.

Otras publicaciones destacan la importancia de proteger a los zorros para prevenir enfermedades zoonóticas, lo que ha hecho que múltiples asociaciones aboguen contra la caza indiscriminada de zorros, argumentando que su eliminación podría tener consecuencias negativas para la salud pública. Estas discusiones reflejan una creciente conciencia sobre el rol ecológico de los depredadores en la mitigación de enfermedades.


Controversias y desafíos en la conservación del zorro

A pesar de su importancia ecológica, el zorro rojo enfrenta amenazas significativas, incluyendo la caza y la percepción negativa en algunas comunidades rurales.

En muchas regiones, los cazadores argumentan que el zorro puede ser un problema para las actividades agropecuarias y para la repoblación de especies cinegéticas, como liebres o perdices, lo que ha llevado a cacerías organizadas. Sin embargo, otros grupos y algunos científicos sostienen que no existen datos concluyentes que demuestren que una superpoblación de zorros tenga un impacto significativo en la agricultura, y que su control debería basarse en estudios técnicos rigurosos en lugar de prácticas cinegéticas tradicionales.

Otro desafío es la percepción de los zorros como transmisores de enfermedades, como la rabia o la sarna. Es cierto que, en el caso del zorro rojo, su presencia supone un riesgo en caso de un repunte de la rabia porque, estos, también son portadores asintomáticos en muchos casos, pero con la vacunación de un número suficiente de zorros y unas medidas de seguridad mínimas, la rabia ha permanecido erradicada de Europa durante décadas.

Desde 2013 solo se han notificado 6 casos, todos ellos contraídos fuera de Europa.

En cuanto a la caza del zorro no parece servir para disminuir sus poblaciones, como han podido comprobar en Sarre y Luxemburgo. Luxemburgo dejó de cazar sus zorros en 2015, mientras que la región Alemana de Sarre (de similar tamaño y densidad poblacional de zorros) no lo hizo. La población en ambos lugares permaneció estable con el tiempo, los zorros de Sarre tenían más crías pero se dispersaban más.

Es más, en Luxemburgo, los datos muestran que ha disminuido la prevalencia de la llamada tenia del zorro (Echinococcus multilocularis), que potencialmente puede afectar a humanos (si se consume la carne o se entra en contacto con heces contaminadas), se ha pasado de un 40% de prevalencia en 2014, a un 25% en 2017.

En toda Alemania se ha comprobado que, a pesar del aumento de la población de zorros, los casos de rabia se mantenían a cero y que la sarna se sitúa por debajo del 5%.

En países como España, donde la rabia selvática no está presente, estas preocupaciones son menos relevantes, la sarna es tratable y es menos probable de transmitirse desde zorros silvestres que desde mascotas. Por lo tanto, los beneficios de los zorros como depredadores de roedores superan ampliamente los riesgos potenciales, siempre que se implementen estrategias de monitoreo y control sanitario.


Implicaciones para la salud pública y la conservación

Por tanto, la conservación del zorro rojo no solo tiene beneficios ecológicos, sino también implicaciones directas para la salud pública. Proteger las poblaciones de zorros puede ser una estrategia rentable y sostenible para reducir la incidencia de la enfermedad de Lyme, especialmente en áreas endémicas.

Esto implica la necesidad de políticas de conservación que equilibren las demandas de las comunidades rurales con la protección de la biodiversidad. Por ejemplo, el desarrollo de planes de gestión para los cotos de caza que incluyan estudios técnicos sobre las poblaciones de zorros, podrían ayudar a tomar decisiones informadas sobre su manejo.

Además, la educación sanitaria es crucial para prevenir la enfermedad de Lyme. Medidas como evitar áreas infestadas de garrapatas, usar repelentes y realizar revisiones corporales después de actividades al aire libre son recomendadas por los Centros de Control y otras autoridades sanitarias. Sin embargo, estas medidas preventivas podrían complementarse con estrategias ecológicas, como la conservación de depredadores naturales, para reducir el riesgo a largo plazo.

Probablemente, la mejor política para mantener la biodiversidad de nuestros ecosistemas y la política para mantener la salud pública sean mucho más coincidentes de lo que algunos habíamos pensado.


Algunas conclusiones

Los estudios demuestran que el zorro rojo desempeña un papel esencial como vector limitador de la enfermedad de Lyme al controlar las poblaciones de roedores que actúan como reservorios de Borrelia burgdorferi.

La mayoría de los patógenos zoonóticos están albergados por animales silvestres que ocupan niveles tróficos bajos. La eliminación de sus principales depredadores y la consiguiente reestructuración de sus comunidades, pueden aumentar el riesgo de las enfermedades zoonóticas. La depredación de los hospedadores del reservorio juega un papel clave en la supresión/reducción de estas enfermedades.

Un caso paradigmático de aparición/aumento de enfermedades que está impulsado por los cambios que se están produciendo en las comunidades silvestres, es la enfermedad de Lyme.

Las evidencias científicas, respaldadas por estudios en Europa y América del Norte, sugieren que la presencia de zorros en los ecosistemas reduce la incidencia de esta zoonosis, destacando una vez más la importancia de la biodiversidad en la salud pública. En este sentido los zorros juegan un papel ecológico crucial como "reguladores naturales" del ciclo de transmisión de la enfermedad de Lyme. Su presencia ayuda a mantener el equilibrio en los ecosistemas y puede ser una herramienta indirecta pero efectiva en la prevención de enfermedades zoonóticas.

La probabilidad de transmisión de zoonosis que afectan a los humanos está íntimamente ligada a la presencia de pequeños animales. Si las densidades de población de éstos se disparan porque no conseguimos mantener los ecosistemas adecuadamente o eliminamos potenciales depredadores, lo que estamos haciendo es tirar piedras sobre nuestro propio tejado.




Un ecosistema sano regula naturalmente a las garrapatas, pero cuando rompemos sus equilibrios, se multiplican. Son necesarios un suelo vivo, depredadores naturales, un manejo ganadero consciente y sostenible y control biológico.

Gran parte del ciclo de las garrapatas ocurre en el suelo y entre la hojarasca, hay nacen, mudan y esperan para engancharse a un huésped. Ahí abajo las controlan las arañas, los escarabajos, los ácaros, las hormigas,... Pero este ejercito natural está desapareciendo debido a los pesticidas, herbicidas, antiparasitarios como la ivermectina que están acabando con sus depredadores naturales en esa fase "terrestre".

Muchos escarabajos no solo reciclan nutrientes, también se alimentan de huevos y larvas de garrapatas, cuando desaparecen, las garrapatas ganan terreno.

Después viene la fase "aérea" cuando se aferran a algún roedor para realizar la primera muda de su ciclo vital, picando para la segunda o la tercera a un mamífero de mayor tamaño, los humanos, corzos, ciervos,... Los zorros suelen depredar sobre pequeños mamíferos, si quitamos los zorros (y su capacidad de limitador), las poblaciones de roedores se incrementan y con ellos la densidad de garrapatas infectivas en el ecosistema.

Los cambios en la abundancia de los depredadores pueden tener efectos en cascada en el riesgo de enfermedades transmitidas por garrapatas. La aparición de estos efectos como consecuencia de la actividad de los depredadores requiere la consideración y, en su caso, la protección de especies depredadoras como el zorro rojo.

Sin embargo, la conservación de los zorros enfrenta muchos desafíos relacionados con las actividades humanas y con las percepciones culturales tradicionales, en muchos lugares de Europa esta especie es perseguida, lo que subraya la necesidad de políticas basadas en datos científicos y campañas de educación pública.

Al integrar la conservación de los depredadores con las estrategias de prevención sanitaria, será posible mitigar el impacto de algunas zoonosis, como la enfermedad de Lyme, de manera sostenible, beneficiando tanto a los ecosistemas como a las comunidades humanas.


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César J. Pollo - 2025  ©

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