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viernes, 18 de julio de 2025

LAS MONEDAS DEL REINO DE LEÓN: HISTORIA, EMISIÓN Y SIMBOLISMO

La historia de la moneda en el Reino de León y particularmente la de su capital es una ventana privilegiada al poder, la ideología, la economía y el arte de uno de los reinos más influyentes de la Hispania medieval. A lo largo de los siglos XI al XIV, León no solo fue un centro emisor de numerario, sino un espacio simbólico de identidad política e imperial. La moneda, más allá de su función económica, fue instrumento de legitimación, propaganda, expresión cultural y disputa de soberanía.

Voy a abordar brevemente algunos aspectos de las emisiones monetarias leonesas, incluyendo aspectos históricos, simbólicos, técnicos, cronológicos y espaciales, desde los primeros experimentos en la época de Alfonso VI (1065-1072) hasta la consolidación bajo Alfonso VII (1126-1157), pasando por las complejas relaciones entre el poder regio y las instituciones eclesiásticas emisoras. También el simbolismo del león como icono, la evolución técnica de la acuñación, la organización de los monederos, la ubicación urbana de las cecas y la representación de las leyendas monetales.


El contexto del poder monetario en León

El “Ius Monetae”: titularidad y concesiones

El derecho a emitir moneda en la Edad Media, denominado ius monetae, fue un atributo esencial de la soberanía. En León, como en otras monarquías europeas, este derecho fue considerado privativo del rey, aunque en momentos específicos se concedieron facultades a iglesias o monasterios. Alfonso VI, por ejemplo, otorgó a Santiago de Compostela el privilegio de acuñar moneda, renovado por sus sucesores, aunque siempre con carácter condicionado y no perpetuo.

A lo largo de los siglos XII y XIII, aunque persistieron concesiones a entidades eclesiásticas (como el monasterio de Sahagún o el obispo de Palencia), se impuso progresivamente la centralización regia, culminando en 1202 con la venta general de la moneda por Alfonso IX. Desde entonces, la moneda fue un monopolio real efectivo.


Primeras emisiones del Reino de León (ss. XI-XII)

Alfonso VI y la moneda cristiana medieval

La conquista de Toledo en 1085 por Alfonso VI supuso el acceso a una infraestructura monetaria heredada de la taifa y del antiguo sistema visigótico. Desde ese momento, el rey leonés impulsa la primera moneda hispanocristiana medieval, acuñada en Toledo, León y Santiago.

Estas primeras emisiones incluyen símbolos cristianos como la cruz latina, alfa y omega, junto a leyendas como ANFVS REX y TOLETVA, reafirmando la nueva autoridad y la continuidad con la tradición visigoda. Aunque no figura el título de imperator en las monedas, el monarca sí lo usó profusamente en su actividad diplomática como “Imperator Totius Hispaniae”.


Dirham acuñado en Toledo, tras la conquista de Alfonso VI de León y Castilla.

Anverso: En árabe: No Dios / sino Dios, / sólo Él; en la orla: En el nombre de Dios, el Clemente, fue acuñado este dirham en la ciudad de Toledo.

Reverso [en árabe]: Fue acuñado este / dirham en la ciudad / de Toledo; en la orla: En el mes de Safar, año nueve y setenta y cuatrocientos.

Datación: 5/1086-6/1086 (Mes Safar de 479 H.)


Urraca I, la primera “Imperatrix”

Urraca I, hija de Alfonso VI, fue la primera mujer en Europa Occidental que reinó con poder pleno. Su figura, cargada de controversia y autoridad, aparece por primera vez en monedas con efigie real femenina. Emitió monedas con su retrato frontal coronado y leyendas como VRACA IMPATRIX o V. IMP-ERATRIX, así como referencias a LEO CIVITAS, en clara vinculación con la ciudad de León como capital y símbolo.



Dinero de vellón, emitido por Doña Urraca, reina de León y de Castilla.

Anverso: +VRACA RE, entre gráfilas de puntos. Busto de frente con diadema.

Reverso: +TOLETVO, entre gráfilas de puntos. Cruz patada equilateral.

Huellas de la cruz patada del tipo del reverso en el anverso.

Datación: 1109-1112


Alfonso VII (1126-1157), el esplendor imperial en la moneda

Coronado emperador en León en 1135, Alfonso VII trasladó de forma sistemática el título imperial a la moneda. Fue el primer monarca en incorporar el símbolo del león rampante como representación del Reino y de la ciudad. Las monedas incluyen leyendas como LEONIS CIVITAS, IMPERATOR, y representaciones gráficas del león como icono. 

Hasta ese momento, el signo utilizado por los monarcas era la cruz. Al final de su reinado también aparecerá en documentos regios, y su uso se generalizará bajo Fernando II (1157-1188) y Alfonso IX (1188-1230). La primera referencia escrita del león como símbolo del rey se encuentra en la Chronica Adefonsi imperatoris, al describir los ejércitos que participan en la toma de Almería

Su numismática tuvo una función propagandística clara, reforzar la unidad imperial sobre los demás reinos cristianos y musulmanes peninsulares, y vincular la ciudad de León a su persona.

Dinero de vellón (plata y cobre), emitido por Fernando VII de León y Castilla.

Anverso: León rampante a derecha.

Reverso: IMPERATO. Cruz equilateral.

Datación: 1126-1157


El león como símbolo, origen, evolución e identidad

Aunque el nombre de León proviene del latín Legio, por la Legio VII Gemina, creada por el emperador Galba en Clunia (Burgos) cuando fue proclamado emperador por sus tropas en contra de Nerón en el año 68. Esta legión, nacida como Legio VII Galbiana, le sirvió para completar los efectivos de la Legio VI Victrix y obtener así un ejército que le permitiera convertirse en emperador.

La ciudad de León creció alrededor del lugar donde estaba asentada la Legión VI Victrix hasta 69, sustituida por la Legión VII Gémina en 74 procedente de Pannonia, siendo el nombre de León una evolución del término Legio, que acabó dando lugar en romance a León.

Desde la Edad Media se reinterpreta como leo (león), favoreciendo una asociación visual y política. El león aparece desde entonces en monedas, sellos, miniaturas y escultura como símbolo de la realeza, la ciudad y el imperium.

El león era un emblema parlante, pues hacía referencia al nombre del reino.

La figura de ese primer león no se ajustaba a las posteriores normas heráldicas y varió en cuanto a su forma y postura;​ casi todos los leones que aparecen en monedas, signos rodados y sellos de los reyes son pasantes, unas veces orientados hacia la derecha y otras hacia la izquierda, acompañada de la leyenda con el nombre de la ciudad.

Frente a esto hay dos excepciones, las figuras de los escudos de Fernando II y Alfonso IX en la catedral de Santiago de Compostela, que se representan como leones rampantes, en vertical, a lo largo del soporte.

El león sería el símbolo más antiguo de Europa Occidental, siendo anterior, por ejemplo, a los tres leones ingleses (1189-1199, con Ricardo Corazón de León, aunque su hermano ya utilizó dos leones en un sello en 1177) y a las flores de lis francesas (1180-1223, durante el reinado de Felipe Augusto).

La elección del león como emblema remite a su papel en la iconografía bíblica (la Biblia dice que Cristo es "el león de Judá") y grecorromana como figura de fuerza, justicia, vigilancia y majestad.


Las Casas de Moneda en el Reino de León

Antes de 1263, los talleres de moneda eran itinerantes o temporales, vinculados a concesiones concretas. La ciudad de León contó con casa de moneda desde al menos 1087 hasta 1391. Otras ciudades leonesas con actividad monetaria fueron Santiago, Sahagún, Zamora, Lugo, Salamanca, Astorga, Oviedo y Ciudad Rodrigo.

En León, se ha documentado toponimia como Calle de la Moneda, y según la urbanística medieval, la ceca solía ubicarse en calles estrechas, próximas al centro urbano, a fuentes de agua y al poder eclesiástico o político.

En el siglo XII, el geógrafo y viajero árabe Edrisi escribió lo siguiente sobre León: "Allí se practica un comercio muy provechoso. Sus habitantes son ahorradores y prudentes". Tenemos también noticia de León a través de diversos códices, entre ellos el Codex Calixtinus, manuscrito que, entre otras cosas, contiene información sobre la ruta que los peregrinos seguían hacia Santiago de Compostela. Con el tiempo, la ciudad conoció el desarrollo de nuevos barrios, en ocasiones extramuros de una ciudad que ya se quedaba pequeña, y casi siempre a la vera del camino de los peregrinos, que accedían a la ciudad por la llamada Puerta Moneda.


Técnicas de acuñación y organización productiva

Preparación técnica

La acuñación incluía la preparación de cuños, la fundición de cospeles y el uso de martillos y yunques. El proceso era controlado por oficiales regios o monederos especializados, que respondían ante la Corona. La ciudad de León fue también sede de tratados técnicos de ensayo monetario en 1393, lo que muestra un alto grado de desarrollo.

El rol de los monederos

Los monederos eran artesanos privilegiados, con estatus jurídico especial otorgado por el Rey. León y otras ciudades contaban con gremios o corporaciones de monederos, encargados de la producción, ensayo, marca y autenticación de la moneda, así como de la responsabilidad de controlar la regularidad de las emisiones monetarias, en cuanto a forma, peso y aleación.


Sistemas monetarios, trimetalismo y bimetalismo

En los siglos XII y XIII, coexistían monedas de oro, los maravedís o morabetinos (de origen almorávide, utilizado por los reinos hispánicos durante la Edad Media en transacciones de relevancia), de plata y de vellón (aleación de un metal noble, generalmente plata, más raramente oro, con otro metal no precioso generalmente cobre o zinc). Los maravedís estaban emparentados directamente con el dinar de oro de Al-Ándalus, derivando su nombre del término por el que se conocía en Europa al grupo bereber de los Almorávides (en árabe: al-Murābiṭūn).

El sistema trimetálico provocaba problemas de equivalencias, falsificaciones y devaluaciones. El oro fue importante en León por el comercio atlántico y por las parias de taifas (impuesto que pagaban los reyes de taifas a los reyes cristianos, principalmente al Reino de León, para que no les atacaran y para ser protegidos de enfrentamientos entre las propias taifas o de los ataques de otros reinos cristianos), mientras que la plata dominaba en las emisiones cotidianas.

El pago de las parias efectuado por los musulmanes peninsulares al reino de León favorece la presencia de gran cantidad de oro en esta ciudad desde mediados del siglo XII.​ Será entonces cuando el sueldo leonés, hasta entonces, junto a la libra, moneda principal de cuenta, adopte un valor más secundario incluso como divisor del morabetino que va desplazando a la libra en su papel principal. El morabetino viene a valer del orden de 8 sueldos en enero de 1205​ pagándose, a su vez, 16 dineros por sueldo en enero de 1214.

Con el tiempo se desarrolló una política de estabilización monetaria con ordenanzas concretas y marcas de taller, impulsando una cierta uniformidad en la moneda leonesa y castellana.


Representación de las leyendas monetales

Las monedas leonesas emplearon leyendas en latín, que incluían nombres de monarcas, títulos (REX, IMPERATOR), topónimos (LEO, TOLETVN, SANTIAGO), y fórmulas cristianas (DEI GRATIA). Estas leyendas eran parte de la comunicación simbólica del poder y su estudio epigráfico revela variantes gráficas significativas.

La cruz patada, un león o el busto esquematizado del rey o la reina con el cabello suelto y una diadema, junto a leyendas como ANFVS. REX, VRACA RE, LEONIS, DEI GRATIA REX alrededor de la moneda en el anverso; mientras que aparece la cruz patada, el crismón, estrellas y roeles y leyendas como TOLETVN, IMPERATOR, INNE PATRIS T FLI T SPS SCI, en el reverso. Incluso monedas con leyendas en latín y en árabe en la misma pieza.


Maravedí en oro, emitido por Alfonso IX de León y Castilla.

Anverso: Busto coronado del rey. ALFONSVS:DEI:GRATIA:REX.

Reverso: León rampante a la derecha. INNE PATRIS T FLI T SPS SCI.

Datación: 1190-1200


Maravedís en oro, dirhams, doblas, meajas, óbolos y dineros de vellón.

Las leyendas fueron herramientas de propaganda y de diferenciación regional, incorporando símbolos visuales que eran fácilmente identificables por los usuarios analfabetos, que era la mayoría de la población.


Transiciones y Reformas (ss. XIII-XIV)

Con posterioridad Alfonso IX (1188-1230) centralizó el poder de emisión de moneda y a partir de Alfonso X (1252-1284) se unifican los tipos monetarios en todo el reino, con una política centralizada que elimina la dispersión de cecas. A pesar de ello, la ciudad de León conserva su importancia hasta el siglo XIV. Alfonso XI y Pedro I introducen reformas monetarias en las que se consolidan los dineros de vellón y se reducen las emisiones locales.

Durante las guerras civiles y las luchas internas, algunos aspirantes al trono, como Sancho IV (1284-1295), llegan a emitir monedas propias en León, lo que muestra la importancia política de controlar la ceca leonesa para asentar sus aspiraciones al trono.


Como conclusión se puede decir que la moneda en el Reino de León y su capital fue mucho más que un medio de cambio, fue un símbolo imperial, un instrumento de propaganda, una herramienta jurídica y una manifestación del poder real. Desde las primeras emisiones cristianas de Alfonso VI hasta las reformas centralizadoras de Alfonso X, la ceca de León reflejó la evolución de este Estado medieval hispano y su peculiar identidad.

El uso del león como icono, la presencia de leyendas con títulos imperiales, la ubicación urbana de las casas de moneda y las innovaciones técnicas y jurídicas evidencian un sistema numismático sofisticado y profundamente imbricado en la historia política de la Península Ibérica.



Para profundizar un poco más:

AA.VV. Reino de León. 910-1230. Hombres, Mujeres, Poderes e Ideas. Ed. Edilesa.

García García, F. (2009). León, Base de datos digital de iconografía medieval. Universidad Complutense de Madrid. En línea: 

https://www.ucm.es/bdiconografiamedieval/el-leon

Hernández-Canut, L. (2003). La divisa del Emperador, Crónica Numismática, 154, pp. 38-42.

Mínguez Martínez, Julio (2011). «Moneda medieval en el Reino de León. Análisis de términos monetarios en la documentación del archivo de la catedral de León (711 - 1252)». Ab Initio: Revista digital para estudiantes de Historia 2 (Extra 1): 11-67. ISSN 2172-671X.

Mozo Monroy, M. (2017). Enciclopedia de la moneda medieval románica en los reinos de León y Castilla. Siglos VIII-XIV. Vol I.

Roma Valdés, A. (2010). Emisiones monetarias leonesas y castellanas de la Edad Media organización, economía, tipos y fuentes. A. Roma. ISBN 978-84-614-1268-6. OCLC 733586201

Roma Valdés, A. (2019). Las monedas leonesas y castellanas del siglo XII. (Colaboradores; Castro Alfonso, E., Rueda Rodríguez-Vila, P. y Sánchez Rincón, R.)

Serrano, A. (2023). León: ciudad y símbolo en la moneda. We are numismatics.



César J. Pollo - 2025 ©

sábado, 24 de mayo de 2025

CASTRO IUDEORUM Y MOISÉS DE LEÓN

Antecedentes históricos 

Castrum Iudeorum o Castro ludeorum, el "Castro de los Judíos" es un paraje y el nombre del histórico barrio judío (aljama o judería) de León.

Actualmente se asimila con el antiguo pueblo, y actual barrio de esta ciudad, conocido como Puente Castro. Sin embargo, este paraje estaba realmente situado en la ladera sur del cerro de La Mota junto a la orilla izquierda del río Torío, al este de la capital leonesa.

Este asentamiento data al menos del siglo XI, según un documento del Archivo de la catedral fechado el 22 de marzo de 1049, siendo un centro relevante para la comunidad judía del Reino de León durante la Alta Edad Media.

Cerro de La Mota (Puente Castro, León)

En el Concilio o Cortes de León de 1020, celebrado bajo la autoridad del rey Alfonso V, se reconocía la igualdad entre judíos y cristianos y concedía permiso para comprar casas y tierras, lo que permitió que se estableciera una importante comunidad judía en el castro.

Excavaciones arqueológicas realizadas entre 1999 y 2005 revelaron estructuras habitacionales de la judería altomedieval, confirmando su importancia como núcleo residencial y cultural. Estas excavaciones han proporcionado evidencia de la vida cotidiana y de la organización de la comunidad judía en la época.

Su ubicación estratégica cerca de la capital leonesa le permitió ser un importante centro de actividad comercial, artesanal, agrícola, religiosa y cultural. Las fuentes documentales y las crónicas de la época mencionan su relevancia, destacando su papel en la vida económica y social del Reino de León.

Fundado en 910, este antiguo reino hispano fue un actor clave en la Reconquista y en la formación de las posteriores entidades políticas cristianas de la península ibérica. La comunidad judía de Castro Iuedorum se benefició de la relativa tolerancia religiosa de la época, aunque enfrentó tensiones crecientes debido a conflictos sociales y políticos.

La importancia de este enclave, particularmente entre los siglos XI al XIII, es en parte debida a que tradicionalmente se asocia al nacimiento de Moisés de León, una figura clave en el misticismo judío y autor del Zóhar, la obra cumbre de la Cábala.

La capital del reino fue durante muchos años un espacio de tolerancia que permitió a figuras como Moisés de León prosperar intelectualmente antes de que las tensiones sociales y políticas afectaran profundamente a las comunidades judías, incluida la de Castro Iuedorum.

El 23 de julio de 1196 las huestes de Pedro II de Aragón y de Alfonso VIII de Castilla, intentan tomar la ciudad de León para derrocar a Alfonso IX, sitiando y atacando Castro Iodeorum a levante de la capital. Los judíos resistieron durante dos días. El 25 de julio las tropas aragonesas y castellanas logran superar las defensas y arrasan el Castro, que quedó deshabitado hasta el siglo XV.

Los judíos que no habían muerto o huido, fueron convertidos en esclavos. Los que consiguieron huir cruzaron el río Torío y se instalaron en el barrio de Santa Ana, dentro de las murallas.

El sacrificio de los judíos leoneses en Castro Iodeorum, posiblemente ayudó a ganar tiempo y evitó la caída de la capital del Reino, dando su vida por defender al resto de la población frente a las tropas cristianas de Aragón y Castilla.

A finales del siglo XIII, la atmósfera en la capital se volvió más hostil debido a la inestabilidad política bajo el reinado de Alfonso X (sabio en historia, literatura, justicia y ciencia, pero con grandes lagunas en economía) y a las tensiones y enfrentamientos entre nobles, la corona y las comunidades religiosas.

La desastrosa política económica de Alfonso X, que no cesaba de intrigar y de gastar para coronarse Emperador del Sacro Imperio Romano Germánico (era hijo de Beatriz de Suabia), y el consiguiente malestar social, provocó el estallido de una guerra civil al morir su heredero, Fernando, entre los partidarios de los hijos de éste y los de su hermano, el futuro Sancho IV. Alfonso X, necesitado de dinero, arrasó las aljamas del reino.

La situación se tranquilizó durante el reinado de Sancho IV pero se trastornó tras su muerte, cuando los judíos, temiendo la suya, se refugiaron en las aljamas de León y Castilla, replegándose en su religión, en el estudio y misterio de sus Libros Sagrados, haciendo penitencia y preparándose para la Redención. 

Fue entonces cuando surgieron los movimientos místicos y de pureza, como la Cábala cuyo significado es «tradición recibida» que los cabalistas medievales adoptaron como término para su propia doctrina con el fin de expresar la creencia de que no estaban innovando, sino que se limitaban a revelar la antigua tradición esotérica oculta de la Torá. Los eruditos académicos la consideran una síntesis originada en la Edad Media, pero que asimilaba e incorporaba a sí misma formas anteriores de misticismo judío, posibles continuaciones de antiguas tradiciones esotéricas, así como elementos filosóficos medievales.

 

Importancia cultural

Castro Iuedorum fue un importante centro de saber y misticismo judío, hogar de rabinos y estudiosos como los de la familia Sem Tob, a la que pertenecía Moisés de León. Rara era la comunidad judía de importancia de la época que en algún momento de su historia no tuviera un rabino, sabio o juez que no fuese un Sem Tob. 

La comunidad judía de León contribuyó al desarrollo de la Cábala, una corriente mística del judaísmo, favoreciendo la coexistencia y el necesario intercambio cultural y de ideas entre judíos y gentiles en la península ibérica durante el siglo XIII.

A principios de este siglo y al amparo de las nuevas potencias cristianas, se abrió para la aristocracia judía una época de esplendor. Su sofisticado y liberal modo de vida chocaba con los grupos más ortodoxos y racionalistas y ambos con la sencilla fe de la mayoría de la población. Mientras tanto, en los reinos cristianos el pueblo llano y las clases medias comenzaban a ser conscientes de ser en verdad los auténticos depositarios del concepto tanto de nación como de religión, llegando este cambio hasta las aljamas más aisladas, pobres y dispersas.

En esta época la judería de León fue un bullicioso centro de estudio judío donde se desarrollaron ideas que más tarde cuajaron y enriquecieron las obras de Moisés de León y se sintetizaron en el Zóhar.

Este ambiente proporcionó a Moisés de León un entorno rico en tradición judía y el necesario contacto interreligioso, que influyó en su visión humanística y mística de la religión.

Por el contrario, en los siglos siguientes XIV y XV, las comunidades judías en España enfrentaron persecuciones crecientes, culminando en la expulsión de 1492 tras el Edicto de Granada.


Moisés de León

Moshe ben Sem Tob, conocido como Moisés de León, nació alrededor de 1250 (algunas fuentes sugieren 1240) en León, en el seno de la ilustre familia Sem Tob, una saga de rabinos y sabios establecida en Castro Iuedorum desde al menos el siglo XI y posteriormente en la judería de la capital.

Crecido y educado en un entorno de erudición judía e influenciado por la tradición cabalística de Castilla y Cataluña, especialmente por figuras como Najmánides y Azriel de Gerona, Moisés de León es conocido principalmente por ser el autor o redactor del Zóhar (Sefer ha-Zohar, "Libro del Esplendor"), publicado alrededor de 1280, obra cumbre de la Cábala judía y comparable, según Unamuno “a Santa Teresa, San Juan de la Cruz, Lulio y los místicos musulmanes”, siendo capaz “de unir poesía, filosofía y religión”.

Esta obra, escrita en arameo (curiosamente la misma lengua hablada por Jesús de Nazaret y utilizada en muchos textos religiosos de las iglesias cristianas de oriente), es considerada el texto fundamental de la Cábala judía y una de las obras más importantes de la literatura mística universal. Aunque el propio Moisés de León atribuyó el Zóhar al rabino tanaíta del siglo II Shimón Bar Jochai, los estudiosos modernos consideran que él fue su principal autor, combinando las tradiciones cabalísticas de Girona y de los gnósticos de Castilla en una obra monumental que interpreta la Torá y otros textos judíos desde una perspectiva mística.

En este sentido Moisés de León forma parte de una corriente filosófica humanista, muy ligada con el misticismo y arraigada en muchas de las juderías hispanas, especialmente en Cataluña, que buscaba los hilos de unión entre todos los hombres y el Universo. 

El Zóhar, que junto con el Séfer Yetzirah "El libro de la Creación", son los pilares doctrinales de la Cabalá, aborda temas como la unidad de las almas con lo divino, el simbolismo de las sefirot (emanaciones divinas) y la creación como un acto de pensamiento divino. Su estilo poético y alegórico lo distingue de tratados teológicos sistemáticos, reflejando el pensamiento religioso y la situación social de su tiempo.

Citando nuevamente a Unamuno, el Zóhar contiene un intenso hálito místico de “religiosidad hondamente hispánica”, creadora de conceptos filosóficos nuevos y “de la fantasía de los que soñaron la vida del alma en nuestra España eterna, la de los tres pueblos”.


Moisés de León


En sus otros libros escritos en los años posteriores a la conclusión del Zóhar, Moisés de León ocultó muchas de sus ideas más atrevidas y heterodoxas, para las que el ropaje del arameo había sido muy apropiado.

Fue el primero en recoger en el acrónimo “pardes”, las cuatro categorías convencionales por las que se dice que la Toráh podría interpretarse, el “pesat” o sentido literal, el “derat” o sentido hermenéutico, el “remez” o significado alegórico y el “sod” místico o cabalístico.

Obras suyas son también Sefer ha-Rimmon, en la cual se explica cabalísticamente todo el culto judaico; Ha-Miskal, refutación de los sistemas filosóficos tan a la moda en su época, que tenían por objetivo la explicación racional de la religión y el Sefer ha-Sadot, visión del infierno y de la gloria según la tendencia mística del apócrifo Libro de Enoc.

A pesar de su prestigio como místico y su relación tanto con figuras influyentes gentiles (cristianos y musulmanes) y judaicas, Moisés de León vivió  modestamente, reputado como hombre santo para las gentes de las tres religiones, era conocido como "el hombre del Nombre" por su supuesta capacidad de realizar milagros invocando el nombre de Dios.

Tuvo por amistades a místicos de diversas tradiciones, como el italiano Ménahem Ricanetti e Isaac ben Samuel de Acre, manteniendo vínculos con los franciscanos, con los que compartía los ideales de pobreza y amor por la naturaleza.

Vivió en diferentes ciudades como en la aljama de Guadalajara (1280-1290), en Ávila (hacia 1295) y en Arévalo, donde falleció en 1305. Fue enterrado en el cementerio judío de Ávila, en lo que hoy es la Huerta del Monasterio de la Encarnación y donde tras su muerte residieron su viuda e hija. Como curiosidad consta que un tal Don Yosef de Ávila, arrendador de impuestos con Sancho IV ofreció casar a su hijo con la hija de Moisés a cambio de que su viuda le entregara el manuscrito del Zóhar, lo que destaca el valor que ya tenía la obra en su tiempo.

Su influencia se extendió por la península Ibérica, Francia, Italia, el norte de África y el próximo oriente, convirtiéndose su obra en un pilar esencial de la Cábala, que influyó poderosamente en el posterior pensamiento judío y en la mística universal.

En la actualidad la calle Moisés de León en el barrio del Polígono X, frente al cerro donde se situó Castro Iuedorum honra su legado y es un recordatorio de la importancia de la huella judía en la ciudad. También, desde 1997 un monolito levantando en un parque de Puente Castro guarda la memoria de los judíos que allí vivieron.


César J. Pollo - 2025 © 



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