UN ENFOQUE ECOLÓGICO PARA EL CONTROL DE UNA ZOONOSIS
La enfermedad de Lyme, causada por la bacteria Borrelia burgdorferi y transmitida principalmente por garrapatas del género Ixodes, es una de las zoonosis más prevalentes en el hemisferio norte. Su incidencia ha aumentado en regiones como Europa, América del Norte y partes de Asia, debido a factores como el cambio climático, la urbanización y el aumento de actividades al aire libre.
En este contexto, el zorro rojo (Vulpes vulpes) emerge como un actor ecológico clave en la limitación de esta enfermedad, al actuar como un depredador natural de los roedores que sirven como reservorios primarios de la bacteria.
Intentare explicar el papel del zorro en el control de la enfermedad de Lyme, analizando las evidencias científicas recientes y abordando las implicaciones de su conservación en la salud pública.
La enfermedad de Lyme: Epidemiología y transmisión
La enfermedad de Lyme es una infección bacteriana multisistémica que afecta a la piel, las articulaciones, el sistema nervioso y, en casos graves, el corazón. Se transmite principalmente por la picadura de garrapatas del género Ixodes, como Ixodes scapularis en América del Norte y Ixodes ricinus en Europa.
Los roedores, especialmente el ratón de patas blancas (Peromyscus leucopus) en América del Norte, son los principales reservorios de Borrelia burgdorferi, ya que las garrapatas adquieren la bacteria al alimentarse de estos animales durante su fase larvaria o ninfal. La enfermedad presenta síntomas como el eritema migratorio, fiebre, fatiga y, en etapas tardías, complicaciones neurológicas y articulares. En España, la incidencia ha aumentado, especialmente en las regiones del norte, debido al mayor contacto humano con los hábitats de las garrapatas.
A nivel global, se estima que en Estados Unidos se reportan entre 240.000 y 440.000 casos anuales, mientras que en Europa la prevalencia también es significativa, especialmente en áreas boscosas y rurales, el número de casos notificados en Europa aumenta desde principios de la década de 1990, haciéndolo también su distribución geográfica. Los hospedadores de las garrapatas (los roedores) están expandiendo su rango a altitudes y latitudes cada vez más altas, lo que sugiere que la enfermedad de Lyme seguirá siendo un importante problema de salud en las próximas décadas.
Algunos autores han estimado la incidencia de la enfermedad en 56,31 casos por 100.000 habitantes en Europa occidental.
Factores como el aumento de las temperaturas, que favorece la expansión de las poblaciones de garrapatas, y el incremento de las actividades recreativas al aire libre, han acrecentado el riesgo de infección.
El papel ecológico del zorro rojo como depredador
El zorro rojo (Vulpes vulpes) es un carnívoro oportunista cuya dieta incluye en gran medida pequeños roedores, como ratones y conejos, que constituyen más del 75% de su alimentación en muchas regiones. Estos roedores son los principales huéspedes de las garrapatas en sus primeras etapas de vida, lo que los convierte en vectores clave en la transmisión de Borrelia burgdorferi.
Estas bacterias se encuentran de forma natural en pequeños roedores, las garrapatas pican a estos pequeños mamíferos para realizar la primera muda de su ciclo vital, picando para la segunda o la tercera a un mamífero de mayor tamaño, como por ejemplo el ser humano o los grandes ungulados (ciervos, gamos o corzos). Los zorros suelen depredar sobre los pequeños mamíferos.
Al reducir las poblaciones de roedores, los zorros disminuyen indirectamente la densidad de garrapatas infectivas en un ecosistema, actuando como un "vector limitador" de la enfermedad de Lyme.
En Europa podemos encontrar densidades de población de zorro que oscilan entre 0.08 zorros/Km² en los lugares con menos densidad, a los 3-4 zorros Km² en lugares con abundancia de recursos naturales. En zonas urbanas la densidad se puede disparar hasta los 30 zorros/Km².
En el valle del Ebro en Aragón se han estimado densidades entre 0,8 zorros/km2 en zonas de secano y 2,5 zorros/km² en las zonas de regadío. En la Reserva de Doñana se estimaron densidades de 1,4-1,7 zorros/km². En la Serra da Malcata (Portugal), la abundancia de zorros varía entre 0,74 y 0,91 zorros/km². En la sierra de Baza la abundancia de zorros jóvenes fue 0,9 individuos/km² y la de adultos de 1,6 individuos/km²
Investigaciones recientes sobre el impacto del zorro
Investigaciones recientes han profundizado en la relación entre los depredadores y la enfermedad de Lyme. Un estudio publicado en 2019 en los Países Bajos, mostró que los ecosistemas con poblaciones estables y mayor presencia de depredadores como el zorro rojo, presentan tasas más bajas de infección por Borrelia burgdorferi en comparación con áreas donde estos depredadores son escasos o han sido eliminados debido a la caza.
En concreto y de forma sorprendente, encontraron que las poblaciones de pequeños mamíferos se mantenían estables, pero que la cantidad de garrapatas que tenían sobre sus cuerpos era mucho menor si existía una óptima densidad de depredadores en el ecosistema, y viceversa. También disminuía el porcentaje de garrapatas infectivas en el medio, es decir, con la bacteria causante de la enfermedad de Lyme.
La dinámica trófica consistente en la reducción y control de las poblaciones de roedores reservorios, mediante la interrupción del ciclo enzoótico de la bacteria, limita la probabilidad de que las garrapatas infectadas lleguen a humanos o animales domésticos. Este rol ecológico es particularmente relevante en áreas donde la biodiversidad está más intacta, ya que la presencia de los depredadores naturales contribuye a mantener las poblaciones de roedores en equilibrio.
Este hallazgo sugiere que la conservación de depredadores como el zorro podría ser una estrategia efectiva para mitigar el riesgo de enfermedades zoonóticas.
En Norteamérica, estudios similares han explorado el papel de depredadores en el control de roedores reservorios. Por ejemplo, un trabajo publicado en Frontiers in Public Health (2014) destaca que la biodiversidad, incluyendo la presencia de depredadores como zorros, coyotes y aves rapaces, puede reducir la prevalencia de la enfermedad de Lyme al disminuir la densidad de huéspedes competentes para la bacteria. Sin embargo, estos estudios también señalan que la fragmentación del hábitat y la caza de depredadores pueden incrementar las poblaciones de roedores, exacerbando el riesgo de transmisión.
Otras publicaciones destacan la importancia de proteger a los zorros para prevenir enfermedades zoonóticas, lo que ha hecho que múltiples asociaciones aboguen contra la caza indiscriminada de zorros, argumentando que su eliminación podría tener consecuencias negativas para la salud pública. Estas discusiones reflejan una creciente conciencia sobre el rol ecológico de los depredadores en la mitigación de enfermedades.
Controversias y desafíos en la conservación del zorro
A pesar de su importancia ecológica, el zorro rojo enfrenta amenazas significativas, incluyendo la caza y la percepción negativa en algunas comunidades rurales.
En muchas regiones, los cazadores argumentan que el zorro puede ser un problema para las actividades agropecuarias y para la repoblación de especies cinegéticas, como liebres o perdices, lo que ha llevado a cacerías organizadas. Sin embargo, otros grupos y algunos científicos sostienen que no existen datos concluyentes que demuestren que una superpoblación de zorros tenga un impacto significativo en la agricultura, y que su control debería basarse en estudios técnicos rigurosos en lugar de prácticas cinegéticas tradicionales.
Otro desafío es la percepción de los zorros como transmisores de enfermedades, como la rabia o la sarna. Es cierto que, en el caso del zorro rojo, su presencia supone un riesgo en caso de un repunte de la rabia porque, estos, también son portadores asintomáticos en muchos casos, pero con la vacunación de un número suficiente de zorros y unas medidas de seguridad mínimas, la rabia ha permanecido erradicada de Europa durante décadas.
Desde 2013 solo se han notificado 6 casos, todos ellos contraídos fuera de Europa.
En cuanto a la caza del zorro no parece servir para disminuir sus poblaciones, como han podido comprobar en Sarre y Luxemburgo. Luxemburgo dejó de cazar sus zorros en 2015, mientras que la región Alemana de Sarre (de similar tamaño y densidad poblacional de zorros) no lo hizo. La población en ambos lugares permaneció estable con el tiempo, los zorros de Sarre tenían más crías pero se dispersaban más.
Es más, en Luxemburgo, los datos muestran que ha disminuido la prevalencia de la llamada tenia del zorro (Echinococcus multilocularis), que potencialmente puede afectar a humanos (si se consume la carne o se entra en contacto con heces contaminadas), se ha pasado de un 40% de prevalencia en 2014, a un 25% en 2017.
En toda Alemania se ha comprobado que, a pesar del aumento de la población de zorros, los casos de rabia se mantenían a cero y que la sarna se sitúa por debajo del 5%.
En países como España, donde la rabia selvática no está presente, estas preocupaciones son menos relevantes, la sarna es tratable y es menos probable de transmitirse desde zorros silvestres que desde mascotas. Por lo tanto, los beneficios de los zorros como depredadores de roedores superan ampliamente los riesgos potenciales, siempre que se implementen estrategias de monitoreo y control sanitario.
Implicaciones para la salud pública y la conservación
Por tanto, la conservación del zorro rojo no solo tiene beneficios ecológicos, sino también implicaciones directas para la salud pública. Proteger las poblaciones de zorros puede ser una estrategia rentable y sostenible para reducir la incidencia de la enfermedad de Lyme, especialmente en áreas endémicas.
Esto implica la necesidad de políticas de conservación que equilibren las demandas de las comunidades rurales con la protección de la biodiversidad. Por ejemplo, el desarrollo de planes de gestión para los cotos de caza que incluyan estudios técnicos sobre las poblaciones de zorros, podrían ayudar a tomar decisiones informadas sobre su manejo.
Además, la educación sanitaria es crucial para prevenir la enfermedad de Lyme. Medidas como evitar áreas infestadas de garrapatas, usar repelentes y realizar revisiones corporales después de actividades al aire libre son recomendadas por los Centros de Control y otras autoridades sanitarias. Sin embargo, estas medidas preventivas podrían complementarse con estrategias ecológicas, como la conservación de depredadores naturales, para reducir el riesgo a largo plazo.
Probablemente, la mejor política para mantener la biodiversidad de nuestros ecosistemas y la política para mantener la salud pública sean mucho más coincidentes de lo que algunos habíamos pensado.
Algunas conclusiones
Los estudios demuestran que el zorro rojo desempeña un papel esencial como vector limitador de la enfermedad de Lyme al controlar las poblaciones de roedores que actúan como reservorios de Borrelia burgdorferi.
La mayoría de los patógenos zoonóticos están albergados por animales silvestres que ocupan niveles tróficos bajos. La eliminación de sus principales depredadores y la consiguiente reestructuración de sus comunidades, pueden aumentar el riesgo de las enfermedades zoonóticas. La depredación de los hospedadores del reservorio juega un papel clave en la supresión/reducción de estas enfermedades.
Un caso paradigmático de aparición/aumento de enfermedades que está impulsado por los cambios que se están produciendo en las comunidades silvestres, es la enfermedad de Lyme.
Las evidencias científicas, respaldadas por estudios en Europa y América del Norte, sugieren que la presencia de zorros en los ecosistemas reduce la incidencia de esta zoonosis, destacando una vez más la importancia de la biodiversidad en la salud pública. En este sentido los zorros juegan un papel ecológico crucial como "reguladores naturales" del ciclo de transmisión de la enfermedad de Lyme. Su presencia ayuda a mantener el equilibrio en los ecosistemas y puede ser una herramienta indirecta pero efectiva en la prevención de enfermedades zoonóticas.
Al integrar la conservación de los depredadores con las estrategias de prevención sanitaria, será posible mitigar el impacto de algunas zoonosis, como la enfermedad de Lyme, de manera sostenible, beneficiando tanto a los ecosistemas como a las comunidades humanas.