En la carrera por desplazar a Occidente, los gobiernos locales están cambiado de aliados y ahora buscan en Rusia una respuesta al desafío que plantean los grupos integristas que tras una década parecen imbatibles y no dejan de ampliar sus zonas de control.
Rusia está a punto de lograr el control total del Sahel, una franja de territorio africano que ocupa todo lo ancho del continente desde el extremo sur del desierto del Sahara hasta la zona de encuentro con las regiones tropicales. Y se expande incluso más allá de esa región.
El 17 de marzo llegó un contingente de 100 soldados de Wagner al aeropuerto de la capital de Níger. De esta manera, se consolidó la presencia rusa en la alianza de gobiernos de facto que forma ese país africano junto a Burkina Faso y Mali.
Es el inicio de un movimiento aún mayor. La llegada de los rusos se concreta por la solicitud del general Omar Tchiani, el militar que derrocó a Mohamed Bazoum en julio de 2023. Es el mismo que ordenó la salida de las tropas francesas diciembre y en abril la retirada de las fuerzas de EEUU de las bases de Niamey y Agadez.
El despliegue de fuerzas occidentales en el Sahel fue realizado desde febrero de 2014 por pedido del Grupo de los 5, integrado por Mali, Níger, Chad, Burkina Faso y Mauritania. El avance del ISIS obligó a la llegada de las tropas que ahora varios países piden que sean retiradas.
Sin embargo, la presión del ISIS junto a la de Al Qaeda no disminuyó desde el retiro de las tropas occidentales. Por el contrario, aumentaron sus actividades hasta llegar a las puertas de Niamey, duplicando el territorio que controlan en Mali y ejerciendo el dominio sobre el norte de Burkina Faso.
De lograr una alianza con Chad, Putin obtendría un logro importante al enlazar a sus socios en el oeste del Sahel con los que operan en Sudán. Pero, además, tendría una vía directa para abastecer a los grupos de Wagner que operan dentro de la guerra civil libia.
Al despliegue ruso le faltaba una salida al mar hacia el oeste y parece estar a punto de conseguirla con el triunfo de Bassirou Diomaye Paye en las elecciones presidenciales de marzo en Senegal. Su campaña estuvo basada en la promesa de cortar lazos con Francia y acerarse a Rusia.
Otro candidato es Guinea Ecuatorial. El pasado 2 de noviembre el dictador Teodoro Obiang Nguema que gobierna desde 1979 se reunió con Putin en Moscú en busca de apoyo para su sucesor, su primogénito Francisco Macías Nguema, condenado en occidente por corrupción y lavado de dinero.
Resta mencionar a Etiopía, que además de ser un aliado firme de Rusia es un voto automático a su favor en cada foro internacional en donde Putin lo necesita. De este modo, el Kremlin está haciéndose en África con el dominio de una superficie similar a la de su territorio.
De esta forma, Putin puede controlar las vías migratorias hacia Europa (y sus peajes) o poner en jaque el flujo de materias primas desde las partes más ricas de África hacia el norte, como por ejemplo los proyectos para enviar el gas y el petróleo nigeriano a través del Sahara. El control de las rutas migratorias le ofrece desde varios años otra herramienta para su guerra convencional. Los sahelianos que transporta a Rusia para arrojarlos contra a las fronteras polaca y finlandesa son parte de esta misma estrategia.
Occidente retrocede de manera constante. Francia y EUA abandonan posiciones y no encuentran un modo de equiparar la oferta de Putin a los líderes y pueblos de África. Los compromisos en Europa, Medio Oriente y el Indo Pacifico, consumen toda su atención y recursos.
El reemplazo de un imperialismo por el otro además tiene un componente adicional. La presencia de las tropas rusas respalda a los gobiernos anfitriones, pero a la vez condicionan sus actos toda vez que pueden resultar en una amenaza si se desvían del rumbo acordado con Moscú.
César J. Pollo - 2024 ©