Charing Cross, Londres, el kilómetro cero de las carreteras británicas, en realidad es un monumento levantado en recuerdo de una burgalesa, muerta en 1290 cerca de Harby, Nottinghamshire.
Leonor, hija de Fernando III el Santo, se había casado con Eduardo (Edward Longshanks, piernas largas, ya que media 1,88 m y en la película Braveheart es ridiculizado, sin mucho motivo) en el monasterio de las Huelgas en 1254, en 1270 acompañó a su marido a la Novena Cruzada hasta Tierra Santa, regresando en 1272 a Inglaterra para ser coronados, convirtiéndose en la primera mujer castellana reina de Inglaterra y señora de Irlanda.
Llego a tener 15 hijos con Eduardo I de Inglaterra, quien conquisto el reino de Gales, también acompañado de Leonor, que estaba embarazada de su hijo menor. En consecuencia, el rey nombra a su cuarto hijo, Eduardo de Carnavon (el hijo homosexual en la película) príncipe de Gales, el primero de la historia.
Eduardo I, profundamente afectado por el fallecimiento de su esposa, mando que trasladaran su cuerpo a la abadía de Westminster, donde en la actualidad se encuentra su efigie en bronce, junto a los escudos de León y Castilla. Hasta la reforma anglicana, 250 años después, siempre hubo dos velas encendidas junto al sepulcro.
En cada parada del cortejo fúnebre el rey ordenó que se levantará una cruz, la de Charing Cross fue una de esas 12 cruces que mando construir en honor a esos lugares donde se detuvo el cortejo de Leonor.
Su nombre es debido a que en el lugar existía una aldea llamada Charing, un cruce de caminos próximo al viejo Londres, aunque también existe la teoría que dice que a Leonor la llamaban Cherie Reine (la reina querida), en esa época se hablaba francés en la corte inglesa.
Sólo se conservan 3 de esas cruces, la más importante y última fue reconstruida en el siglo XIX, es el monumento que existe en Charing Cross (Eleanor Cross).
César J. Pollo - 2024 ©